La paja en el ojo ajeno 

Balcón político

Alejandro Moreno Cárdenas, se niega a dejar la presidencia nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y en su lógica de la debacle de su partido, prefiere culpar al gobierno federal que reconocer que personajes como él mismo, son los que han ido hundiendo a su partido, hasta postrarlo al pie de su propia tumba. 

En su reciente encuentro con 11 ex presidentes nacionales del PRI y del senador Miguel Ángel Osorio Chong, se negó a poner en la mesa la eventualidad de su renuncia y un día después se organizó una reunión con los sectores y los 32 comités estatales, que firmaron un acuerdo de apoyo para que continúe hasta agosto del 2023, pues, como él mismo dijo, “a mí no me puso un presidente, a mi me eligieron dos millones de priistas”. 

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Prefiera “Alito”, como él mismo se autonombra, echar culpas a diestra y siniestra y hacer al presidente Andrés Manuel López Obrador y a su gobierno, responsable de la desgracia del tricolor, sin un asomo de autocrítica, para entender que él y sus pares han sido los responsables históricos de la debacle del tricolor. 

No es la militancia, no son las estructuras, son las cúpulas, esas que un día administran al partido y otro las arcas de alguna secretaría de Estado o un gobierno, quienes han contribuido al desprestigio del otrora partido todo poderoso, que controló al país por más de nueve décadas y hoy está a un paso de la ignominia. 

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Hidalgo es ejemplo reciente de lo que hizo “Alito”, Carolina Viggiano. Poco no nada, además de sus incendiarios discursos, aportó para la promoción del voto, para “aceitar la maquinaria” y su confrontación con el gobernador Omar Fayad Meneses, al impedir que fuera Israel Félix Soto, el candidato, provocó el abandono del “primer priista” y con él de toda la estructura burocrática que en cada elección hacía la tarea de promover votos a favor del PRI. 

Decir, por ejemplo, que a los periodistas hay que matarlos de hambre y no a balazos, ser acusado de enriquecimiento ilícito y los audios difundidos con sus conversaciones en las que habla de negocios, corrupción en impunidad, lo hacen el dirigente menos creíble cuando habla de “defender a México”. 

Bien valdría la pena una reflexión autocrítica y dejar de lado a los impresentables, que también han contribuido a la casi desaparición del partido que les permitió riqueza e impunidad. 

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